lunes, 4 de diciembre de 2017

La conquista del desierto - Campañas

Durante la presidencia de Sarmiento la frontera se mantuvo estable y los malones disminuyeron significativamente. Las comandancias de frontera se organizaron y fueron provistas de armamento moderno y en gran cantidad, coincidiendo con la disminución del esfuerzo bélico argentino en el Paraguay.
En 1870 Calfucurá firmó un convenio con el comandante de la frontera sur, coronel Francisco de Elías, pero pocos meses después éste atacó a los tehuelches Manuel Grande, Gervasio Chipitruz y Calfuquir. Indignado, Calfucurá atacó los pueblos de General Alvear, Veinticinco de Mayo (Buenos Aires) y Nueve de Julio (Buenos Aires) el 5 de marzo de 1872, al frente de un ejército de 6.000 combatientes. Resultaron muertos 300 criollos y robadas 200.000 cabezas de ganado.
El 8 de marzo de 1872, el comandante general de la frontera, general Ignacio Rivas – respondiendo a un malón masivo en el centro de la Provincia de Buenos Aires – logró derrotar completamente a Calfucurá en la Batalla de San Carlos de Bolívar al frente de 1.000 soldados y 800 indios aliados, entre ellos Ignacio Coliqueo. A partir de allí el poderío de los salineros decayó rápidamente.



Campaña de Alsina

En 1875, Adolfo Alsina, ministro de Guerra bajo la presidencia de Avellaneda, presentó al gobierno un plan que más tarde describió como el plan del Poder ejecutivo es contra el desierto para poblarlo y no contra los indios para destruirlos. El plan consistía, en una primera etapa, en un avance hacia el oeste, seguido de la construcción de una línea defensiva, la llamada Zanja de Alsina, de 374 km, de 3,50 metros de ancho por 2,60 de profundidad. Debería estar protegida por una línea de fortines y fuertes más desarrollados que los hasta entonces existentes. Un valor adicional sería la ocupación de las lagunas del oeste de la actual provincia de Buenos Aires, que servían de reservorios de ganados y caballos para los indígenas, lo que los dejaría muy debilitados.
En 1876 se inició el avance, pocos días después de que los indígenas de Juan José Catriel y Manuel Namuncurá hubieran lanzado el ataque más vasto que se hubiese visto hasta entonces sobre Tres Arroyos, Tandil, Azul y otros pueblos. Pese a la destrucción, Alsina ordenó la partida de la expedición en cinco columnas con 3.900 soldados de línea, dirigidas por los coroneles Leopoldo Nelson, Conrado Villegas, Marcelino Freyre, Nicolás Levalle y Salvador Maldonado. Fueron construidos 109 fortines y los fuertes de Italó, Trenque Lauquen, Guaminí, Carhué y Puan. En los siguientes meses, varios caciques se rindieron al gobierno.
Durante las fases finales de la campaña falleció el ministro Alsina, cuya campaña resultó enormemente beneficiosa, pese a lo cual fue muy criticado, ya que la opinión pública era consciente de que las superioridad numérica y de armamento del Ejército Argentino era ya suficiente para aplastar definitivamente la resistencia de los indígenas.

Campaña de Roca

El nuevo ministro de guerra, Julio Argentino Roca, obtuvo autorización para lanzar la definitiva conquista del “Desierto” por medio de la ley N° 947, del 4 de octubre de 1878, que se fijaba el mismo límite de la ley de 1867, los ríos Negro y Neuquén.
Previo al avance masivo fueron lanzadas una serie de ofensivas hacia el territorio indígena, que permitieron tomar numerosos prisioneros, entre ellos los caciques Catriel, Epumer y Pincén. Las tribus, ya debilitadas por la campaña de Alsina, quedaron prácticamente destruidas: 4.341 indígenas fueron capturados o muertos. La superioridad técnica del Ejército Argentino resultó concluyente, especialmente por la utilización del fusil Rémington y el telégrafo.
De modo que, cuando en el mes de abril de 1879 partió la campaña de 6.000 soldados en cinco divisiones, las tribus no opusieron resistencia alguna y se entregaron o huyeron hacia la actual Provincia del Neuquén. De acuerdo con la Memoria del Departamento de Guerra y Marina de 1879, fueron tomados prisioneros 5 caciques principales, 1.271 indígenas de lanza y 10.513 indios de chusma. Muertos resultaron un cacique principal y 1.313 indios de lanza, más un número indeterminado de indios de chusma.

Campañas finales
Pese a que la orden era llegar hasta el Neuquén, los coroneles Napoleón Uriburu y Ortega decidieron tomar posesión de la margen derecha de ese río, avanzando una centena de kilómetros, con la excusa de la falta de pastos en la margen izquierda y de la presencia de indígenas no sometidos en la cuenca del Agrio.
Una vez electo presidente, Roca decidió lanzar una nueva campaña en la cuenca del río Limay, llegando al lago Nahuel Huapi, en 1881. La formaron 1.700 hombres, y la comandó el general Villegas. Causó 85 indios de lanza muertos y alrededor de 200 prisioneros.
Otra campaña fue dirigida por el mismo Villegas al año siguiente, alcanzando nuevamente el Nahuel Huapi, que fue militarmente ocupado. Poco después se rendía el cacique Manuel Namuncurá, hijo de Calfucurá. En los dos años siguientes fueron lanzadas algunas expediciones más, y el Combate de Apulé fue el último enfrentamiento armado contra mapuches en territorio argentino, en las nacientes del río Senguerr.​
El primer día de 1885 se rindió el cacique general Sayhueque, junto a todos sus caciques menores, 700 hombres de lanza y 2.500 indios “de chusma”. La guerra había terminado.

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