lunes, 15 de junio de 2020

Subteniente Oscar Augusto Silva

Era sanjuanino y revistaba en el Regimiento de Infantería Monte 4 de Monte Caseros, ofrendó su vida mientras cubría asistía a uno sus hombres al grito de “¡Viva la Patria, carajo!”en monte Tumbledown. Combatió con valentía y fiereza, según relatan quienes lo vieron. Por propuesta del oficial infante de marina jefe de la fracción a la que se sumó Silva, y por la declaración de sus soldados, el joven oficial recibió post Mortem la Condecoración “La Nación Argentina al valor en combate”.

Proveniente de San Juan, Oscar Silva, conocido por sus amigos como “El sapo”, inició su carrera militar en el Liceo Militar General Espejo de Mendoza, donde egresó como subteniente de reserva del arma de Infantería. Luego, entró a la Escuela Naval y en cuarto año abandonó para cursar ingeniería en la Universidad de Buenos Aires. Al año comprendió que no era lo suyo y, luego de rendir las equivalencias, encaró los estudios como cadete de segundo año del Colegio Militar de la Nación. El día de su egreso, en el viaje a Buenos Aires su madre pierde la vida en un accidente. Días después de este duro golpe recibiría el sable y el despacho en la oficina del director del Colegio Militar.

En Malvinas. originalmente, el subteniente Silva estuvo apostado en Monte Wall. Luego del combate de Pradera del Ganso, la unidad, que formaba parte de la III Brigada de Infantería, pasó a depender de la Agrupación Ejército Puerto Argentino. Su misión era la de defender la capital, distante unos 17 kilómetros.

La noche del 13 y madrugada del 14 de junio, en el combate de Monte Tumbledown, en su repliegue se presentó al teniente Vazquez (oficial infante de marina de la Armada Argentina, condecorado al heroico valor en combate) y según cuenta el oficial le preguntó si necesitaba ayuda. Se quedó combatiendo con ellos a la par. Lo vieron saltando de posición en posición, preocupado por su gente, gritando órdenes a viva voz. El ímpetu del subteniente es especialmente recordados por quienes fueron testigos de su bravura.
Cuando las tropas argentinas se vieron sobrepasadas, Silva asiste a un soldado herido de muerte y es alcanzado por un proyectil. Decidió en un solo instante si vivir o morir luchando. Les ordenó a sus soldados que se replieguen, pidió una ametralladora y un FAL, y los cubrió al grito de “¡Viva la patria, carajo!”, mientras los ingleses avanzaban.

Cuentan que en la recorrida de posiciones, al clarear el día, el subteniente Oscar Silva, muerto, de cara al cielo, aferraba obstinadamente su fusil y que esta escena despertó el saludo militar de un oficial enemigo..

El subteniente murió como un héroe, combatiendo y dando el ejemplo. Es una figura sumamente motivadora para todos los integrantes del Ejército Argentino y nunca lo olvidamos.

Fuente y agradecimiento: Ejercito Argentino.

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