lunes, 25 de noviembre de 2024

La campaña de Rosas

 Si bien se habían tomado resoluciones con anterioridad a 1833 para combatir al malón, ninguna había sido de importancia estratégica y a gran escala territorial como la de Juan M. de Rosas.

Rosas, terrateniente y hacendado, comprendía mejor que nadie la amenaza que representaba el malón tanto para la seguridad de los pobladores como para el ejercicio de las actividades ganaderas. Rosas, luego de renunciar al nuevo mandato que se le había adjudicado en 1832, toma cartas en el asunto del indio y propone una ofensiva a gran escala a lo ancho de todo el país y la ocupación permanente del territorio por medio de poblaciones-cuarteles. Es pues ésta la primera estrategia ofensiva que se toma respecto al asedio de los indios y con el fin de asegurar la frontera de los territorios nacionales. Así, en marzo de 1833 parten tres columnas militares:


1ª) Al mando del Gral. Aldao desde el Fuerte de San Carlos, en la provincia de Mendoza y otra columna desde San Juan. Avanzaría por el Oeste de Norte a Sur hasta el río Limay. Toma conocimiento de las maniobras que había planeado el cacique Yanquetruz (quien había sido derrotado por Huidobro) para malonear en Río Cuarto, a quién derrota Aldao definitivamente tomándolo por sorpresa. A pesar del triunfo, Aldao queda incomunicado enterándose con posterioridad del regreso de Huidobro y encontrándose en una situación similar a la de éste decide regresar.


2ª) Por el centro, la segunda columna al mando del Gral. Huidobro partió desde la provincia de San Luis, quien debería batir al cacique Yanquetruz para luego encontrarse en el río Colorado con la columna al mando de Juan M. de Rosas y juntos someter al cacique Chocorí. Vence a Yanquetruz quien alcanza a huir hacia el sudoeste. Huidobro toma la resolución de darle alcance y presionarlo contra la columna de Aldao, pero luego sus tropas quedan desabastecidas, impidiéndole ésto proseguir la marcha y debiendo tener que regresar.


3ª) Por el este avanzó la tercera columna al mando de Juan M. de Rosas; es la única que por su preparación logró su cometido. Rosas era un conocedor de los hábitos del indio, parte con una columna de 2000 soldados y 600 indios aliados desde San Miguel del Monte en marzo de 1833 y establece un cuartel general en Médano Redondo desde donde salieron diversas partidas de soldados hacia el sur y el oeste. Su columna llegó, sable mediante, hasta Choele Choel, de ahí a la confluencia de los ríos Neuquén y Limay y remontaron el río Colorado hasta sus nacientes. Rosas manda a una división al mando del Gral. Pacheco, ilustre militar, quien derrota al indio Chocorí. Luego sabiendo del regreso de Huidobro y Aldao, Rosas decide regresar a Buenos Aires, dejando una guarnición en Choele Choel y otra en Napostá.

En 1835 llegan a las Salinas Grandes los indios chilenos dirigidos por Cafulcurá, quien habiendo sometido a los borogas, manda un embajador a Buenos Aires ante Juan M. de Rosas, quien todavía no había asumido su segundo gobierno, para arreglar la paz; paz que a Buenos Aires le costaría 1500 yeguas, 500 vacas, alcoholes, ropas, yerba, azúcar y tabaco que serían directamente entregados a Cafulcurá convirtiéndolo en un “burgués hacendado” y caudillo de las tolderías, y ejercería un “democrático” reinado de 38 años (hasta 1872), “como casi todos los políticos geniales, es tan astuto y audaz como carente de escrúpulos”.


La campaña de Rosas logra parcialmente sus objetivos debido a los contratiempos que sufrieron Aldao y Huidobro y su consecuente regreso, lo que comprometió la operación de Rosas, quien debió hacerse cargo con su columna. Como resultado se aseguró la frontera de Buenos Aires principalmente, se anexaron nuevos territorios al país y se detuvieron por un período prolongado los malones en la provincia de Buenos Aires. Esto aumentó el prestigio político de Rosas y su aprobación entre los hacendados a quienes les aseguró el ejercicio de sus actividades económicas, medida también conveniente para el propio Rosas, puesto que tenía intereses comerciales similares. Se rescataron alrededor de 1000 cautivos, fueron muertos 2000 indios en combate y se tomaron 1200 indios prisioneros. Desgraciadamente esta operación no rindió sus frutos para el resto de la frontera puesto que la venganza salvaje no se hizo esperar, fueron atacadas las provincias de Mendoza, San Luis y Córdoba al poco tiempo de terminada la campaña en 1834.


Fuente y agradecimiento: Kevin Keegan – Fundación LIBRE. (fragmento).

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